The Tonalpohualli or Count of Days, the Sacred Calendar
The spiritual practices of Anahuac are built upon two premises. First, a recognition of the existence of a force or energy which underlies all things, and of which all being is composed. In the Toltecayotl tradition, this being is called Teotl, or Ometeotl, “Dual Divinity.” Because all things are one thing, and all being is but an expression of the divine force of Ometeotl, the second premise follows from the first. The Teteo or “Gods” do not exist as individuals, but are rather manifestations of the divine force of Ometeotl. They emerge from the body of Ometeotl, and are one in Them. Likewise, They are one with the thing They control. Thus, the “God” of corn does not rule over the corn, or exist apart from the corn, but is rather the corn, itself. Therefore, when you bite into an ear of corn, you bite into the body of a Teotl, and tear His flesh with your teeth. Centeotl, Our Lord the Maize, gives Himself up in sacrifice every time an ear of corn is consumed, for the sake of the men and women who eat Him. Because the Teteo die in sacrifice for us, we too are expected to sacrifice for Them. We exist in a cycle of reciprocity with Them, whereby we incur a “debt,” an imbalance, through the many gifts They give us with Their very lives. To live is to consume the lives of other living beings, to walk on the back of Our Mother the Earth who endlessly gives up Her fruits for us, and to have our way lit by Our Father the Sun who every night dies in the West for our sake. We are asked to be always conscious of the many gifts that make our lives possible, and to repay our debt through offerings, ceremony, and sacrifice.
Ometeotl created all being from Their own body, and all being is Their flesh. They created the Teteo or “Gods” to give form to being. It is said that at the beginning of time, Ometeotl cast the Teteo from Tamoanchan, the Twelfth Heaven, and as They fell material being crystallized on Their immaterial forms. Therefore all things that exist contain at their core a “soul,” a divine center that is the Teteo. All things possess “soul” and spirit, not just people, or living things, but all things, for all things are one in Ometeotl.
Yet, Ometeotl does not exist as a conscious being. They cannot see nor appreciate that which They have created. Therefore They created humanity, and gave us the gift of ego, of the self-conscious “I.” Because we possess ego we possess consciousness of self. Our consciousness of self creates a paradox whereby we look at the world and feel it is different from us, beautiful, a symphony of wonders, even though it and we are one in the truth of Ometeotl. Ometeotl cannot look at the world They have created, just as the eye cannot see itself. So They created us, for our eyes are Their eyes, and our wonder is Their wonder. We are the wondering eyes of our own creator, given to us by the gift of ego.
We were created in order to allow the Teteo to wonder at Their own creation. But, we are also created in order to give Them offerings and sacrifice. We are not the first race of humanity created, but rather the fifth. Before us came other people, other races, but they were imperfect creations, who could not wonder, and who did not remember their debt to the Teteo, and did not make them offerings and sacrifices. And so they were destroyed. The world exists in balance with us. We were formed in order to manipulate the world. Our ancestors were tasked with farming the fields, with burning the forests to make them healthy, with hunting and thereby culling the beasts of the mountains in order to bring balance to nature. We are not apart from that balance, or apart from nature, but are rather an integral part of the system which the Teteo created. Through ceremony and the traditions of Anahuac, we integrate ourselves to nature, for we are one with nature. To be indigenous is to live as though the well-being of nature matters. It is to live in balance with Tlaltecuhtli, Our Mother the Earth. It is to tend the garden She has given us, and in tending it, to heal ourselves and our communities. To return to our indigenous selves is to remember the gifts we have been given by the Teteo, and it is to remember that the plants, trees, and animals who are our teachers and our sisters and brothers die for our sake, and we must therefore honor them for their sacrifice. In returning to the spirituality of our ancestors in Anahuac, we move towards healing five centuries of colonial rule, and reuniting ourselves in the loving embrace of Tlaltecuhtli.
La Tonolpohualli o Cuenta de los Dias: el Calendario Sagrado
El sistema calendárico mesoamericano utiliza dos cuentas simultáneas. La primera y más importante de ellas es la Tonalpohualli, la cuenta sagrada, que tiene una duración de 260 días. Este ciclo determina el nombre de una persona, así como su tonalli o destino, información que se emplea para organizar la vida ritual y espiritual. La Tonalpohualli es continua y corre eternamente sin detenerse. Al concluir, tras el día 260, se reinicia automáticamente con el día 1. No tiene ajustes de ningún tipo, y se trata de la única cuenta calendárica de 260 días en todo el mundo. 260 días constituyen un ciclo de aproximadamente 9 meses, o sea, la longitud de un embarazo. A pesar de que el ciclo de 260 días también sirve para calcular el movimiento de los astros con gran precisión, su unidad fundamental es la gestación humana. Si una persona fuera concebida al inicio de un ciclo de la Tonalpohualli, nacería hacia el final de ésta.
En el pensamiento mesoamericano, el tiempo es cíclico, opuestamente a la idea occidental del tiempo, en la que éste tiene un inicio y un final. El tiempo para nosotros no puede terminar, pues nunca comenzó, sino que da vueltas perpetuamente sobre un mismo curso. Está compuesto de ciclos que corren dentro de ciclos más grandes. En la Tonalpohualli, el ciclo principal es de 20, pues hay 20 signos posibles que transcurren en orden, del primero al vigésimo. Al terminar el día 20, el día 1 le sigue en automático, reiniciando el ciclo de 20 días. A cada día le corresponde un glifo o signo que puede ser un animal, como Serpiente, Mono o Perro; fenómenos naturales o conceptos, como Muerte, Lluvia y Movimiento. Estos signos cargan con información importante sobre cada día y en combinación con otros ciclos dan origen al tonalli o destino de cada fecha.
El segundo ciclo más importante es el de 13 días que concurre con el ciclo mayor de 20 días. Cada uno de estos días está señalado por un número del 1 al 13. De esta manera, cada fecha tiene tanto un glifo como un número. Por ejemplo, la primera fecha del calendario es Uno Lagarto, la segunda es Dos Viento, la tercera es Tres Casa, y así hasta llegar a Trece Carrizo, en que el ciclo los números deben regresar a Uno. Sin embargo, como hay 20 glifos y sólo 13 números, el ciclo de los glifos continúa. En este caso, la fecha siguiente sería Uno Jaguar, resultado de la combinación del décimo cuarto glifo con el primer número. Al transcurrir 260 días, han ocurrido todas las combinaciones posibles de glifos y números, concluyendo en la fecha Trece Flor, combinación del último número y el último glifo. Es en este punto que ambos ciclos comienzan de nuevo en el día Uno Lagarto. Los números y los glifos que conforman las fechas pueden ser imaginados como los dientes de dos engranes que se encuentran constantemente en sus revoluciones, como se puede apreciar en el siguiente diagrama:
Cada fecha de la Tonalpohualli está determinada por un glifo y un número que en conjunto son llamados el tonalli de un día. Las tablas de este libro están diseñadas para ayudar con la equivalencia de un tonalli con su correspondiente del calendario occidental. Teniendo el tonalli de un día, se puede consultar el Tonalámatl, “Libro de los Días” o “Libro de los Destinos”, para indagar más sobre las cualidades de cada fecha a través de la gran variedad de almanaques que contiene.
El Tonalámatl es el libro pintado que explica las diferentes cualidades de la Tonalpohualli. Está escrito en un lenguaje de símbolos e imágenes que abundan sobre la naturaleza del tiempo y el espacio y, en un nivel más profundo, sobre la verdad de Ometéotl, “Señor/Señora Dual”, quien encarna la fuerza o la energía que habita en todos los seres. El Tonalámatl revela la estructura del tiempo y las complejas ideas que éste resguarda. Cada día de la Tonalpohualli está impregnado de verdades divinas y fuerzas sagradas que moldean todo cuanto existe. El Tonalámatl nos permite comprenderlas. El tonalli o día (esta palabra también alude al destino, pues nuestro día de nacimiento y nuestro destino son una misma cosa) nos ofrece información sobre la personalidad y la predestinación de una persona, que puede encontrarse en el Tonalámatl. A las niñas y los niños se les nombra según su día de nacimiento, pues en el tonalli su identidad y su destino se encuentran unidos. El Tonalámatl también señala las fechas apropiadas para ceremonias y ritos, así como para eventos importantes de la vida, como matrimonios y exequias; indica los días favorables para llevar a cabo ciertas actividades como sembrar el maíz, y fechas que para otras actividades son desafortunadas. Es gracias a las revelaciones del Tonalámatl que podemos vivir de acuerdo con los ritmos del cosmos y las enseñanzas de quienes nos antecedieron.
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